Sábado, 21 de diciembre de 2013
Si la razón no estuviera acusada de locura…
¿Cuál es la verdadera locura? ¿El mundo está dirigido por
cuerdos? Dos guerras mundiales, hongos atómicos, hambrunas, genocidios, etc.,
etc., afirmarían lo contrario. Pero para disimular esto, siempre hay sicarios
dispuestos a enclaustrar y acusar de locura a quienes pretenden transformar la
realidad, encerrarlos y desarmarlos, para lograr blindar su razón.
En la obra de Cervantes, el bachiller Sansón Carrasco, bien
trajeado con la armadura del caballero de la Blanca Luna, embiste, vence y
encierra al de la triste figura, actuando como el sicario de la “cordura” del
mundo. Es así como, despojado de caballo, armadura y lanza, nuestro Alonso Quijano
consuma su decadencia y al fin, su muerte. Esta derrota es el punto de partida
de “La razón blindada” del argentino/ecuatoriano Arístides Vargas.
Manos a la obra: El de la Mancha y Sancho, están ahí,
clausurados entre cuatro barrotes y todas las voces afuera, inaudibles pero
agazapadas. Saqueados de lanza, caballo, armadura, escudo y mula. Los dos
solos, parados en el escenario, sostienen frente al público, las razones
encerradas que van carcomiendo sus mentes. Para sobrevivir y evitar enloquecer,
los domingos hacen un “como sí” pudieran cabalgar por la Mancha, “como sí”
pudieran amar a Dulcinea, “como sí” pudieran denunciar gobiernos, como sí, como
sí, como sí, hasta la angustia y el ahogo, literalmente…
Un
acierto de la puesta: Alimenta este despojo con una escenografía que sólo se
apoya en tres gruesos paneles con barrotes, una caja y utensilios de cocina
plásticos. No hay lanza, ni escudo, ni yelmo, ni rocinante, ni mula, todo ha
sido sustraído, pero las rejas están, son de hierro, soldadas, grandes, hiperreales
y sin poder evitarlas.
Otro acierto: Apoyar la obra en la potencia del texto de
Arístides, ponerlo en primer plano, y sostenerlo con la voz y el cuerpo de dos
actuaciones muy sólidas que en el caso de Fernando Repetto, que encarna al
Quijote, es notable.
Vaya a verla, disfrute y cuando salga, porque los personajes no
podrán, intente transformar algo de la realidad que lo rodea.
José Henrique